Los árboles monumentales y singulares son ejemplos de resiliencia y testigos de la razón de ser humana, pues su propia supervivencia o existencia se debió al respeto y utilidad que tienen para las gentes del campo que les dieron nombre. Fueron, y son, refugio frente a las inclemencias del clima y el sofocante calor estival, sus frutos para alimentación de transeúntes y forraje para el ganado, sus ramas protagonistas de muchas festividades y bajo